El Naufraguito

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El Naufraguito

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Imagen: logo de El Naufraguito

Durante la Santa Inquisición, la omnipotente Iglesia Católica puso en marcha el Index Librorum Prohibitorum, una descarada forma de censura en forma de lista de libros de los que se prohibía la lectura por ser considerados herejes, inmorales o incitadores de la desviación. Nombres tan necesarios como Epicúreo, Newton, Sartre o Flaubert formaron parte de estas listas, que se editaron des de 1559 hasta… 1948! La iglesia tuvo la necesidad de controlar todo lo que se editaba del mismo modo que lo han hecho y siguen haciendo los regímenes totalitarios, y del mismo modo que lo hacen, con guante blanco, buenos modales y elegancia, los propios medios de comunicación actuales, que pertenecen a grandes grupos corporativos y que vienen subvencionados por partidos políticos y financiados por grandes marcas.

En total contraposición con esto, el señor Ceferino Galán, define así el fanzine: “Es una publicación independiente, hecha con muy pocos medios, en el que tú puedes poner o puedes hacer o puedes escribir lo que te de la real gana”. Los fanzines nacen con el movimiento underground que surge en Estados Unidos durante la década de los 60 y que agrupa todo aquello opuesto a lo establecido. Los beats, los hippies y luego también los activistas del mayo francés o el movimiento punk usaron los fanzines como forma de expresión. Son pequeñas revistas muy artesanales que sirven de crítica resistente a la producción cultural de masas.

Ceferino Galán lleva 30 años editando el fanzine “El Naufraguito”. Lo hace desde su casa, primero en el distrito popular barcelonés de Sant Andreu del Palomar y ahora en Sant Antoni, con una impresora doméstica. Tiene una tirada de entre 120 y 150 ejemplares por número, cada uno es original y absolutamente artesanal y lleva, además, un suplemento llamado mininaufraguito. La trampas de la razón, Escotes, Siento que no soy de aquí, Elvis era rubio, La muerte o Contra Todo son algunos de los títulos de este fanzine monográfico que ya va por su edición número 114. De hecho, el Naufraguito anunció su fin para el número 100, con el título El fanzine que muere matándose pero resucitó al cabo de 9 meses con el número 101 titulado Me voy al cielo prometido o el 102 El cielo existe. El paraíso, no tanto. El diario La Vanguardia lo define así: “Cada Naufraguito es único: los colores de la portada cambian, los fetiches de su interior son distintos. Con la premisa “el estado natural del hombre es la incultura” El Naufraguito se acerca a todos los temas susceptibles de provocar cualquier tipo de naufragio.”

El Naufraguito, y por extensión, los fanzines, se incluyen en la categoría Petits Creadors porque normalmente son personas a título individual o colectivos pequeños quienes llevan a cabo la actividad. Las principales características de los fanzines son su libertad de contenido, su periodicidad variable a criterio de la disposición del autor, y el hecho de no estar inscritos en ningún registro legal. Ceferino habla de hacer lo que de la real gana y esto pasa, necesariamente, por estar desvinculado de las subvenciones y la administración.

https://www.elnaufraguito.com/